Los de Living Las Vacas somos mucho de pegarnos una escapadita a Burgos. De varios días, de fin de semana… o incluso de ir y volver en la misma jornada. Eso sí, tu ubicación geográfica debe permitirte ese recurso sin que suponga un sacrificio desequilibrado.

Hay algo en Burgos que nos fascina. Seguramente, sea esa mezcla entre ciudad castellana antigua, de las que puede presumir de historia de verdad, con esas costumbres más propias del País Vasco y de la parte norte de España. Tienen en la misma provincia, concretamente en la zona sur, un vino con Denominación de Origen de primer nivel como Ribera del Duero, pero en los bares se sirve mayoritariamente Rioja. Los pinchos estrellas en las tascas y las bodegas son las gildas, que te hacen aparecer por arte de magia en cualquier bar del casco viejo de Bilbao. No son pocos los locales que tienen bufandas del Athletic… y hasta se sintonizaba en tiempos la ETB.

Otro aspecto que nos fascina de Burgos es su condición de entorno medieval. Sus puentes con figuras legendarias, sus puertas en la muralla, su magnífica catedral, sus iglesias más o menos escondidas… Todo cuadra con la icónica estatua del Cid Campeador, uno de los más reconocidos burgaleses de la historia, en una ciudad que te transporta a otra época.

El vacuno no lo tiene fácil para brillar en la gastronomía de la ciudad, aunque en el norte de la provincia, cuando ya se está a pocos kilómetros del mar, hay una gran tradición de explotaciones de vacuno de carne. En Burgos triunfa la morcilla y el cordero, pero sus solomillos también son para recordar. O el queso de Burgos, que logra triunfar con una identidad propia.

Luego ya está el frío. Como todo, la literatura y la exageración influyen mucho. Sin embargo, con los datos en la mano, se trata de una de las capitales españolas en las que más baja la temperatura. En invierno, cuando sopla el Cierzo, la sensación térmica baja a niveles esteparios. Será por eso que el monologuista Leo Harlem dice que lo primero que hace un pingüino al llegar a Burgos es comprarse una ‘trenka’. Nosotros ya la tenemos en el armario. Para la próxima escapada.